Vamos a hablar de sentimientos, vivencias, emociones y tristezas. Vamos a hablar desde el más puro sentimiento, el de antaño y el de ahora, aquel que perdura y aquel que se perdió. Vamos a hablar desde el más profundo corazón en un sábado de pregón pozoalbense. Y es que si por algo nos emocionamos desde el primer minuto hasta el último el pasado 1 de abril, es por escuchar a Antonio Blanco desde el más profundo suspiro de su corazón, de saber transmitir un sentimiento, una tradición que perdura por los siglos de los siglos, una fiesta que liga a los vivos con los muertos y a éstos, con aquellos que aún no han nacido.
Pozoblanco pregonó su Semana Santa con Antonio Blanco López como portavoz e hizo pequeño el inmenso espacio del Teatro El Silo con sus múltiples vivencias. Nos emocionó acercándonos a Dios, buscando el sentido de la fe, a través de nuestra Semana Mayor, y es que no se puede predicar nuestra pasión sin sentir la realidad social de nuestro mundo actual, no podemos comenzar la penitencia si no sabemos en qué mundo vivimos. Un pregón sólido, emotivo, hablado desde el más profundo corazón. Antonio nos mostró el camino nazareno, aquel que pasan aquellas personas con muchas dificultades, nos enseñó el camino cofrade más intenso, aquel que comienza desde los eslabones más bajos de la cadena social, aquel momento tan complicado en este mundo que vivimos. Nos enseñó con la música de un piano, una viola y un violonchelo, a vivir nuestra Semana Santa más pozoalbense y sentida, con símiles taurinos, costaleros, tarugos de pura cepa, nos habló de la juventud y su papel, incluso de aquellos aspectos a mejorar en nuestra bella tradición, ese «protagonismo» mal buscado en este mundo.
Antonio nos habló de su lado más familiar al lado de aquel Cristo Rescatado que recorre el barrio de San Bartolomé, la Semana Santa más pura, la de la túnica y el capirote, aquella que vivimos en el momento más bonito de nuestra infancia. Nos enseñó el camino del Nazareno en la noche del Martes Santo, esa búsqueda con su Madre de los Dolores que fragua cada mañana de Viernes Santo, porque no podemos Entrar Triunfalmente en nuestra vida sin algo de Caridad, ya que la Soledad es necesaria para encontrar el camino de la Resurrección. Pero sin duda alguna, nuestro pregonero, vive esta gran pasión cada Lunes y Jueves Santo, poniéndose un traje de faena de gran calado: el costal y la chaqueta. Fiel a Nuestro Padre Jesús del Silencio y a María Santísima de la Salud, sintiendo la trabajadera del lejío y llevándonos ni más ni menos que hacia la mismísima calle San Gregorio en la noche del Lunes Santo. Y Fue Azotado el Señor de San Gregorio bajo Tu Dulce Angustia, Madre de la Salud, no sin olvidarse de esa Bendición que cada Jueves Santo tienen las costaleras del Cristo de las Aguas, esa tradición costalera, que mirando a María Santísima de la Amargura, entonan un Ave María cada Jueves Santo.
Mucho que escuchar, pues no hay mejor crónica que volver a sentir este emotivo pregón, hablándonos de esta bendita primavera. Antonio nos entonó el “Cómo olvidarme de ti”, será difícil olvidar este magnífico pregón hecho para cofrades y no cofrades, creyentes y no creyentes que comparten La Pasión de un pueblo unido a su Semana Santa. Quedó dicho.
Carlos Arévalo García